viernes, 2 de mayo de 2008

POR EL DERECHO A LA BLASFEMIA


Publico este comunicado del bueno de Soral. Me cae bien: antiguo punk, comunista... y luego expulsado del PC francés por abogar por la unión de los comunistas y del Frente Nacional por Francia y contra la plutocracia. Gente así le hace falta a mis humanos.


POR EL DERECHO A LA BLASFEMIA

El señor Le Pen se equivoca, la cámara de gas no es un detalle.
El señor Le Pen se equivoca profundamente, la cámara de gas es cualquier cosa menos un detalle, es incluso hoy, todavía más que ayer, la religión, el dogma alrededor del cual gira toda la época contemporánea.
En el orden del sacrificio fundador, la cámara de gas ha reemplazado a la cruz de Cristo.
Sin embargo, o justamente por esto, en nombre del derecho al pensamiento libre frente a los que creen y quieren obligarnos a creer, reclamo el derecho, para Jean Marie Le Pen, a considerar la cámara de gas como "un detalle de la segunda guerra mundial", tal como tantos otros se otorgan el derecho a cagarse en la cruz.
Ya se trate de la de ayer o la de hoy, el ciudadano libre ha de luchar contra todas las inquisiciones y sus comitivas sangrientas de hogueras y abjuraciones. ¡Nosotros, europeos, no luchamos durante tres siglos para emanciparnos del poder temporal del Papa para llegar a esto!
¡Hoy, en este clima de judeomanía delirante - una judeomanía delirante y sospechosa qué contiene más espíritu de Colaboración que de combate por el bien y el amor entre los hombres - cuanto más se alejan los sufrimientos de la guerra, más se transforma toda la segunda guerra mundial en un detalle de la cámara de gas!
50 millones de muertos, rusos, comunistas, polacos, ingleses, americanos, civiles, miembros de la Resistencia, japoneses y los mismos alemanes y, entre ellos, 500 mil muertos franceses, no son casi nada frente a la cámara de gas, o frente a los 28 mil niños judíos que algunos querrían hacer asumir para la eternidad a los inocentes alumnos de Francia.
En mi familia de resistentes saboyanos en la cual la guerra nos costó seis muertos y la ruina - como le costó a su padre al pequeño Jean Marie-, también salvamos vidas; solamente era españoles. Hay que decir que en esa época si se salvaba a judíos, no se hacía para salvar al pueblo elegido sino simplemente para salvar a seres humanos, amenazados por la maldad y la violencia de los hombres... ¡En aquella época, ignorábamos que 60 años más tarde no serían contabilizados más que los salvados marcados con una estrella, y que en el mercado de los Justos, ya no valdrían nada los españoles!
Entre nosotros, ¿durante cuánto tiempo esta segunda lectura de la segunda guerra mundial, esta reescritura teo-diferencialista, en la frontera de la desigualdad racial, va a durar?
¿Cuánto tiempo más la Memoria va a impedir ser a la Historia?
En el tiempo de Darfur, de Palestina, de Irak, del Tíbet… ¿no hay otros combates que llevar a cabo para la salvación de los hombres? ¿matanzas, genocidios, etnocidios que hay que condenar, que hay que impedir?
En el momento en el que la poderosa ascensión de la India y de China está a punto de poner en cuestión el leadership de nuestro confortable y dominador mundo pos-mediterráneo, ¿las disputas intra-monoteístas son verdaderamente nuestra prioridad?
Quien tendrá el coraje de decir, en este clima inquietante de linchamiento por una pequeña frase reiterada en un folículo oscuro y bretón, que el problema no es el detalle de Jean Marie Le Pen. Una pequeña frase más burlona que malvada que ya le costó 120 machacantes (y a este precio, podemos comprender que el poco dispendioso Le Pen tenga ganas de utilizarla dos veces). Una pequeña frase inatacable - ¿Debo recordarlo? - en los Estados Unidos de América, que no son sin embargo el país del antisemitismo, porque allí la 1ª enmienda garantiza a todos, y no tan sólo a Finkielkraut y sus salidas sobre los "antilleses que van por mal camino" o "el equipo de Francia black-black-black que será la risotada de Europa", la libertad de pensamiento y de opinión...
¿Quien tendrá el coraje, incluso en el momento en que sus supuestos allegados: celosos identitarios y otros apparatchiks que en emboscada se desolidarizan al viejo jefe como nos volvemos ante un apestado, cuando el problema no es el "detalle" sino la ley Gayssot?
Esta ley de excepción contraria a todos los principios democráticos y republicanos, con la aprobación incluso de todos los políticos e historiadores que cuentan, desde Simone Veil hasta Vidal-Naquet...
Una ley de excepción que, instituyendo por delito la Historia oficial, prohíbe cualquier búsqueda histórica y la Historia. Dubito ergo sum res cogitans... Sabemos bien sin embargo, en este país que vio nacer a Descartes, que prohibiendo la duda, es el pensamiento lo que se prohíbe.
Ley inicua, por añadidura fratricida, ya que inaugurando la competencia entre las memorias - y por la jurisprudencia que ya apelan los armenios, los africanos, los magrebíes, esperando a los vandeanos y los gays-, incita al comunitarismo victimista generalizado, matando la fraternidad francesa y a su universalismo republicano...
¿Tres siglos de alta filosofía, dos siglos de secularización de lo religioso y un siglo de separación de las Iglesias y del Estado para llegar a esto? ¿A esta vuelta en dulce de una Inquisición que no dice su nombre? ¿Que criminaliza la disidencia, la insumisión, el relativismo, la diferencia, la ironía que obliga al rebelde a la abjuración bajo pena de ruina y bajo pena de prisión?
Ante el innoble linchamiento de los bienpensantes y las discretas deserciones, yo, el libre pensador, para quedarse del lado de los oprimidos y los débiles cuya suerte cambia con la Historia, afirmo mi apoyo a Le Pen el apóstata; apóstata como Juana de Arco y Giordano Bruno... Por principio, en nombre del derecho a la libertad hasta el mal-pensamiento, en nombre del dedo meñique de honor levantado ante los poderosos calzadores de derechos y sus cohortes de culos relamidos, de culos falsos, afirmo mi apoyo al insumiso.
Porque mi miedo, mi verdadero miedo, no son las provocaciones o los antojos de un viejo hombre, sino el miedo mucho más grande de ver a este país zozobrar cada día más bajo en el oscurantismo totalitario.
Un país de supuesta cultura y libertad donde la horda de apáticos, falsos valientes, verdaderos tartufos y otros petaino-gaullistas eternamente en el sentido del viento ya se regocijan, al unísono, evidentemente en el nombre de la democracia de la buena y del bien, donde el país de Voltaire se promete meter en la cárcel mañana mismo a un anciano de 80 años porque se niega a echarse atrás, porque es testarudo hasta el desatino, se niega a bajar la cabeza y hacer como un perro, a patadas en el culo como ellos todos, allí dónde se le dice hacer...
Como intelectual francés disidente, yo, Alain Soral, que incluso no goza de los apoyos de un Solzhenitsin del tiempo de su esplendor en Vermont (vaya a saber por qué esto se estropeó después), con este simple texto, reclamo, alto y fuerte, frente a las desaprobaciones atronadoras y frente al silencio molesto, el derecho a la blasfemia para todos, no solamente para Houellebecq o Philippe Val de Charlie Hebdo...
Y, en nombre de este derecho sagrado en tierra laica, a pesar de todo lo que nos separa: edad, trayecto, origen político, quiero rendir homenaje a un gran miembro de la Resistencia. No a un rentista de la Resistencia de doble filo. Un miembro de la Resistencia a esta democracia totalitaria que mata la libertad, el espíritu de independencia, el sentido del honor y de la fidelidad. Un miembro de la Resistencia a esta República que, a base del forzado deber de la memoria, del arrepentimiento obligatorio y otras criminalizaciones hacia los automovilistas y los fumadores, transforma poco a poco el espíritu francés en catecismo y al pueblo francés en ganado.
¡Es, en suma, porque sé que el asunto del detalle lo es todo salvo un detalle, que yo reclamo, para Jean Marie Le Pen, el derecho a equivocarse y el derecho al detalle!

¡Viva Francia libre!

Alain SORAL

2 comentarios:

Anónimo dijo...

[ plas, plas, plas ]
No puedo más que aplaudir y no añadir ni una palabra más a lo dicho por Soral.
Yo ya sé quién debería tomar las riendas del Front National una vez Jean Marie decida retirarse... y no precisamente la hijísima.

Bon jour, "le rat noire"!!!

Jordi de la Fuente

refractario dijo...

Interesante que nos ofrezcas estas traducciones