lunes, 8 de septiembre de 2008

LA PESTE DEL PSICOANÁLISIS


Encorajinado de los psicoanalistas y hasta la mismísima pluma, así debía sentirse el psicólogo de la Armada estadounidense Bernard Rimland al escribir su carta al New York Times del 12 de Marzo de 1967; arremetiendo contra Bruno Bettelheim y toda su escuela, acrítica inductora el sentimiento de culpabilidad de los padres de niños autistas bien como hipótesis ad-hoc, bien como fuente de jugosas rentas.


La causa eficiente de su auctoritas en el tema no era ninguna analogía creativa con militares cuadriculados, y escasamente comunicativos, sino su propio hijo, Mark, nacido con autismo en 1956.


El motivo concreto del cabreo de Rimland era una reseña elogiosa aparecida en Time del libro de Bruno Bettelheim "La fortaleza vacía" publicado un año antes. En este, con la irresponsabilidad del creador de ficciones y la arrogancia de la ciencia, su autor divulgaba la teoría explicativa ad hoc propugnada entonces para martirio de familias, coloquialmente conocida como "las madres nevera".


Con las mismas palabras de Bettelheim:
El factor que desencadena el autismo infantil es el deseo de los padres de que su hijo no exista

Para muestra dos botones: La obsesión por la climatología (weather)de una niña autista paciente de Bettelheim: (we eat her) nos la comemos. O el nombre ocultamente hostil que recibió de sus padres una niña francesa: Sylvie , s'il vit = si el vive.


Con un libro a sus espaldas recogiendo la evidencia medica al respecto Rimland podía señalar
"Los padres de los niños mentalmente enfermos ya sufren bastante" adjudicar la culpa a los padres basandose en evidencias circunstanciales que no han sido demostradas es un acto de crueldad irresponsable"

Pero los padres, con la confianza en su propio juicio erosionada por la culpa, y tan perplejos como asustados aceptaban solícitamente la autoridad de los médicos. Incluso cuando les acusaban de haber provocado el terrible estado de sus hijos. Jacques May medico cirujano, cuenta su experiencia:
"No tardamos en enterarnos de que no éramos personas angustiadas y desesperadas en busca de comprensión, como creíamos. Nos habíamos convertido en seres culpables que ocultaban algo, en personas con algún oscuro secreto, cuyas palabras no eran una simple expresión de los hechos sino una coraza para cubrir su vergüenza; un modo de ocultarse la verdad a si mismos y de engañar a los demás"

Jacques se rebelo pero otros no. Pues se les prometía que en su autoimputación radicaba la posibilidad de curación,
"Yo era una madre que estaba perdiendo a mi hijo, y se me estaba acusando por ello. Me creía una mujer inteligente y una madre cariñosa, pero ambas virtudes estaban siendo cuestionadas. Intelectualmente podía enfrentarme a las acusaciones, pero emocionalmente no me importaban. Estaba dispuesta a asumir la culpa y la responsabilidad si eso significaba que podía curarlo."

(Id est abono de automortificantes e inacabables sesiones de inquisición y autoexamen en busca de cualquier momento de cansancio, expresión de irritación u hostilidad hacia sus vástagos en el pasado).


Puesto que el autismo implicaba desconexión emocional, convenía escarbar en las emociones de los padres.
"En realidad me sentía como si llevara grabada una letra escarlata pero en este caso la A significaba Abuso. Tenia la sensación de haber dañado a Georgie de una forma tan sutil que ni siquiera yo podía entenderlo. Y de que si yo lo hubiera sabido tal vez ella se habría recuperado. Una parte de mí quería creer a Bettelheim, puesto que esto significaba que si yo mejoraba , Georgie mejoraría"

"Si yo cambiaba, Georgie mejoraría. Y yo quería que mi hija se pusiera bien"

Otros hacían una etiología diferente a partir de las mismas causas, padres asfixiantes, o padres imprevisibles...Pero interesa Bruno Bettelheim. Aunque solo lo reconoció póstumamente lo cierto es que mucho antes de publicar "La fortaleza vacía" ya sabia que no podía curar a los niños autistas. Pero La beca de la Fundación Ford para tratar niños autistas se había terminado en 1963, calló sus dudas, y siguió adjudicándose públicamente un 80 % de curaciones en su escuela experimental para niños con trastornos emocionales. Sus biógrafos nos dicen que como mínimo en 1964 ya sabía y conocía los resultados avanzados personalmente por Rimland:

-los padres de algunos niños autistas no encajan con el presunto modelo patogénico de personalidad de padre de niño autista.

-Padres presuntamente "patogénicos" tienen niños que no son autistas

-Con muy pocas excepciones los hermanos de los niños autistas suelen ser normales:

-los niños autistas tienen un comportamiento poco común desde el momento de su nacimiento.

-el autismo afecta más a los niños que a la niñas… cuando, si es producto del rechazo, en una sociedad presuntamente igualitario o patriarcal como la nuestra la proporción debería ser otra.

En términos de opinión pública en Estados Unidos, lo cierto es que hizo falta casi una década mas

para que se terminara con la culpabilización de los padres. Bettelheim aún figura con algún título en las estanterías "Psicoanálisis de los cuentos de hadas". En Navidad se ponía un traje de Papa Noel. Tuvo carisma para hacer que los donantes abrieran el talonario. Los juicios que se formaron después de su muerte pueden resumirse en el de Leon Eisenberg catedrático de psiquiatría en Harvard:

Era un sádico hijo de puta

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